No te protejas.

Nos protegemos de todo. Para el sol, protectores, para la lluvia, paraguas. Para el amor, tiritas. Para las decepciones, indecisiones. Para no sufrir, dejamos de vivir. Dejamos de comer, y salimos a correr. Dejamos de ir tras la luz, por si nos equivocamos y al final no eran estrellas.
Dejamos de creer en los pequeños milagros, por si acaso solo eran fracasos.
Evitamos las arrugas, y al final ellas, solo deberían indicar el lugar donde estuvieron las sonrisas.
Haz el payaso. Viaja siempre que puedas. Inventa y crea, aunque solo sean locuras. De tu maravilloso caos solo pueden nacer historias irrepetibles.
Se tonto. Se ingenuo. Se impredecible. Se buena gente. Se despistado. Se raro. Puedes ser todo eso sin dejar de ser inteligente y sensible. Se como tú quieras ser. No hay otra vida de recambio por si esta nos falla. Quiere de verdad, sin medida ni reservas. A tu manera. Ese es el mejor amor.
No te protejas de la realidad, porque en ella existen tantos sueños como seas capaz de hacer realidad. Cuidarse no es lo mismo que protegerse. No lo hagas, no vivas dentro de una burbuja de cristal por miedo a sentir, a amar.
Escribe todo aquello que tienes por decir, y comunícate con las personas que son importantes para ti. Llámalas. Pide perdón. Y no guardes rencor. Eso no significa que todo se pueda perdonar, pero el odio es como beber de una taza de veneno y esperar que los demás enfermen. Descubrirás que solo lo hará tu corazón.
Dí, te quiero. Sin protección.
Deja ir todo aquello que no te permite ser feliz, pero no te protejas de las emociones, si lo haces nunca llegarás a conocer el universo que hay dentro de ti.
No te protejas de la vida.
Rosa Vidal Ross.

Mi escondite.

Querido amor:

Cuando pequeña era soñaba con encontrarte algún día, o que tal vez, tú me encontrarías a mí. Sabía que antes o después, eso dejaría de ser un sueño y se convertiría en realidad. Pasaron los años, y he ido descubriendo que existen tantos amores como personas hay en el mundo y tantas formas de amar como historias se suceden cada segundo de nuestra vida. Y todas pueden ser tan de verdad o tan de mentira, como uno quiera.

Te he de reconocer, que muchas veces me he perdido y no he sido capaz de localizarte, como tampoco he sido capaz de averiguar porque vestimos con disfraces a algunas relaciones, que nos hacen infelices, y a pesar de ello, las guardamos como un tesoro. Qué es lo que pasa dentro de nosotros, cuando dejamos de querernos tal como necesitamos y merecemos.

Te escribo y no sé si me leerás, como tampoco sé si me entenderás, aunque creo que no hay momento más sencillo y valioso que ese, donde llegamos a comprender que nadie nos puede dar aquello que uno mismo no sea capaz de darse a sí mismo. Que no puedes esperar amor si no eres capaz de amarte. Es una regla tan simple como efectiva.

Así, mi querido amor, todos en algún momento de nuestra vida, te andamos buscando, o esperando que seas tú quien lo haga por nosotros. Te hablamos, maldecimos y odiamos. Te adoramos, mentimos y negociamos.

Te descubrimos, veneramos y amamos. Te intuimos, olfateamos y sucumbimos de lleno en tus brazos. Nos hacemos adictos a ti. Asaltas nuestra cama a la misma velocidad que lo haces en nuestra alma.

Quería decirte, por si andamos jugando al escondite, que he decidido dejar que me encuentres…Voy a dar la cara y también el corazón. No voy a esconderme más por miedo a que me lo rompan; a que no seas lo que espero, y no voy a esconderme por temor a sufrir decepciones, o que no se cumplan mis expectativas. Por miedo al dolor.

Voy a dejar que conozcas también mis demonios por si acaso te apetece compartir mi infierno, un ratito. Porque allí también hay parte de mi alma.

He comprendido que el que gana en el escondite no es aquel que mejor se esconde y nadie encuentra, sino aquel que habiendo encontrado el mejor sitio para ocultarse, sale a la luz del sol a divertirse, a reír, a correr, a compartir la verdadera magia de los «encuentros».

El que se arriesga y salta. El que ama sin garantias de que le amen.

Hasta siempre, mi querido amor. Ven, y si no me encuentras, tienes permiso para llegar hasta mi escondite… por si te apetece que juguemos juntos.

Rosa Vidal Ross.

Agua salada para heridas.

A menudo vivimos experiencias en las que parece que se nos acaba el mundo. Sentimos como si bajo nuestros pies se abriese la tierra y parece que ya nada en nuestra vida, volverá a ser como antes. Los problemas, el dolor, las rupturas, las decepciones, las heridas, aparecen inevitablemente ante nosotros, y ante eso, no tenemos opción ni elección, pero sí la tenemos ante sufrir de forma innecesaria.
La aceptación, el aprendizaje, y sobre todo los cambios que debemos hacer ante las circunstancias adversas, tristes o negativas, que antes o después viviremos, pueden suponer un cambio transcendental en nuestras vidas. Más tarde, con el paso del tiempo, descubrimos que todo pasa, y hasta las heridas más profundas terminan por curarse. La misma agua salada que nos resulta un trago amargo, es a veces, la que cura nuestras heridas.
Rosa Vidal Ross ©Copyright 2016

La esencia.

La vida es un regalo muy valioso como para despertar por la mañana con una carga de pesar a tu espalda. Quiere a los que te cuidan y te dan su amor, su amistad y su cariño. Olvídate de los que no lo hacen. Y cree que todo pasa por una razón… Si te dan una oportunidad, cógela, y si cambia tu vida, deja que todo fluya.

Hay días en los que nada parece fácil, incluso que todo está en nuestra contra…pero sabes que no dura mucho, siempre aparecen esos «pequeños milagros». Hay personas, momentos, sensaciones, y sentimientos que merecen que lo vuelvas a intentar cada día de tu vida. En tus manos vive la esencia que te hace ser especial y único. Eso te diferencia del resto. Nunca lo olvides.

Rosa Vidal Ross.©Copyright 2016

Tu sello.

Cuando la mediocridad de los demás afecta tu tranquilidad, estás cediendo poder sobre ti. Aprende el fino arte de ignorar. Aplícate la maravillosa lección de valorarte y deja en el camino todo aquello que te impide avanzar. Eres diferente, y ese es tu sello.

Rosa Vidal Ross.

La prueba.

 

A veces la vida nos pone a prueba, y en ese proceso aprendemos posiblemente, algunas de las cosas más importantes de nuestra existencia. Sabemos quién está realmente, a nuestro lado, con todo lo que eso implica. A veces la vida nos hace luchar, escalar, resistir, confiar y no tirar la toalla… por si la necesitamos cuando pase la tormenta. Todos hemos experimentado situaciones así, y sabemos que algunas de ellas, nos cambian para siempre nuestra forma de pensar y vivir.

Realmente es duro y cuando crees que no puedes más, cuando sientes que tus ánimos flaquean, aparecen esas personas que te envuelven con su energía, con su valor, con su sonrisa y sabes que tienes que seguir adelante. Ese es el verdadero sentido por el que nacemos, aprender mientras crecemos, que lo esencial es aquello que compartimos con los demás, lo que nos hace ser mejores personas. Respirar, sonreír y sentir tu conciencia en paz. Siempre, siempre, pase lo que pase, hay que seguir adelante…con alegría !

Rosa Vidal Ross.